A medida que disminuye la porosidad de las mallas, también lo hace la tasa de ventilación, mientras que la temperatura y la humedad del invernadero aumentan.
En el momento de elegir una malla anti-insectos, es fundamental elegir aquellas que tengan una óptima confección y garanticen su homogeneidad.
“De esta manera garantizamos el efecto de barrera física al paso de insectos a la vez que contamos con una circulación óptima del aire en el interior del invernadero”.